jueves, 4 de diciembre de 2014

El huevo puede poseer diferentes formas: redondo o semirredondo, irregular, cilíndrico con puntas esféricas, cilíndrico con puntas en punta. En su superficie puede haber proyecciones, y variable número de apéndices ubicados en el polo anterior, el polo posterior, o en los dos polos. También varían mucho en tamaño, el más pequeño posee 140 micrómetros (el díptero Acnemia amoena, Manzini y Santini 1983), el más grande más de 10 milímetros de largo (el ortóptero Saga pedo, Mazzini 1976). Los huevos también pueden poseer en su corion, además de las regiones mencionadas, aeropilas y plastrón, que son elementos para facilitar el intercambio de gases. Las aeropilas llegan a un “meshwork” en el endocorion y facilitan la entrada de aire (el aire también puede difundir por partes de la cáscara que quedaron más delgadas, debido a que la actividad folicular desaparece por apoptosis de las células y queda el hueco). El plastrón se da en huevos sumergidos bajo el agua, y consta de una lámina de aire retenido debido a unos apéndices construidos por material hidrófugo. Esta adaptación surgió porque los gases difunden mucho más lentamente bajo el agua. Pueden poseer en su superficie líneas de corion adelgazado o debilitado observables desde el exterior, llamadas líneas de ruptura.

Fecundación

Al finalizar la ovogénesis el huevo maduro ya puede ser fecundado, en general la hembra durante el apareamiento recibió esperma del macho que aloja en una cavidad de su sistema reproductor llamada espermateca. Los huevos maduros llegan desde la ovariola donde fueron formados hasta el oviducto donde son embebidos por el esperma de la espermateca. Allí entran los espermatozoides (por ejemplo a través del aparato micropilar del huevo) y ocurre la fecundación.

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