El huevo puede poseer diferentes formas: redondo o semirredondo,
irregular, cilíndrico con puntas esféricas, cilíndrico con puntas en
punta. En su superficie puede haber proyecciones, y variable número de
apéndices ubicados en el polo anterior, el polo posterior, o en los dos
polos. También varían mucho en tamaño, el más pequeño posee 140
micrómetros (el díptero Acnemia amoena, Manzini y Santini 1983), el más grande más de 10 milímetros de largo (el ortóptero Saga pedo, Mazzini 1976). Los huevos también pueden poseer en su corion, además de las regiones mencionadas, aeropilas
y plastrón, que son elementos para facilitar el intercambio de gases.
Las aeropilas llegan a un “meshwork” en el endocorion y facilitan la
entrada de aire (el aire también puede difundir por partes de la cáscara
que quedaron más delgadas, debido a que la actividad folicular
desaparece por apoptosis de las células y queda el hueco). El plastrón
se da en huevos sumergidos bajo el agua, y consta de una lámina de aire
retenido debido a unos apéndices construidos por material hidrófugo.
Esta adaptación surgió porque los gases difunden mucho más lentamente
bajo el agua. Pueden poseer en su superficie líneas de corion adelgazado
o debilitado observables desde el exterior, llamadas líneas de ruptura.
Fecundación
Al finalizar la ovogénesis el huevo maduro ya puede ser fecundado, en
general la hembra durante el apareamiento recibió esperma del macho que
aloja en una cavidad de su sistema reproductor llamada espermateca. Los
huevos maduros llegan desde la ovariola donde fueron formados hasta el
oviducto donde son embebidos por el esperma de la espermateca. Allí
entran los espermatozoides (por ejemplo a través del aparato micropilar
del huevo) y ocurre la fecundación.
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